Claridad en otoño

En un día de dudas, tomó su bolso, se puso zapatillas y se echó a andar. Caminaba en ascenso entre los matorrales del cerro. Las hojas de los distintos tonos de verde y amarillo crujían a su paso, el viento silbaba secando su pelo húmedo en una danza incomprensible y las nubes en el cielo, grises de agua, eran testigos sileciosos de su andar. Cada pisada traía claridad a su mente, cada zancada le devolvía algo de paz. Entonces, jadeando, llegó a ese lugar perfecto, debajo del olivo. Sentada a los pies del árbol, miró hacia la ladera y, conmovida por la belleza del Aconcagua que serpenteaba sin prisa entre los accidentes del paisaje, inhaló una bocanada de viento helado y comprendió todo. No estaba sola. Sin importar la nomenclatura asignada a tan extraña condición, no estaba sola. Cerró los ojos y sonrió.

Tormento

Caminó, internándose en el bosque teñido de azul. La irregular vegetación dificultaba su andar. A tientas a veces, lograba abrirse paso, no sabía hacia donde, no sabía qué era exactamente lo que buscaba. Cómo había llegado hasta ahí era un misterio imposible de decifrar. A veces los pájaros sobrevolaban aleteando agitados, muy cerca de él. Se encontraba perdido en la espesura, sin embargo trataba de imponerse a la oscuridad.

"No hay viento favorable para el que no sabe adonde va", recordó. Entonces se detuvo, cerró los ojos e intentó ver. Intentó sentir el camino de vuelta en su piel. Un escalofrío recorrió su columna y por fin entendió que se encontraba completamente solo. Dedicó sus mejores días a expulsar a los demás del jardín fantasioso que había cultivado con tanto orgullo. De ese luminoso edén colorido y perfumado que consideraba debía ser su existencia. Todo lo que no cuadraba con su estructura, debía quedarse afuera. El amor debía ser épico, no mundano. No real. Las historias debían ser fantásticas, los personajes complejos y atractivos. Y si no lo eran, el exilio. El jardín había perdido la vida, se había secado, los árboles lloraban muertos y grises, no había amor en el paraíso. Se había transformado en su infierno. Y se torturaba en la eterna pregunta "qué hice mal?".

Se arrodilló arrepentido. Y entonces la vio. La oportunidad de vivir.

Paya bicentenaria

aro aro aro... en el año bicentenario hay que brindar con un buen vino, conocer un buen mino y beber como corsario, hay que celebrar el aniversario con alegría pero con tino, no vaya a ser que un afuerino me sorprenda con su canario... salú!

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viajar...









lo bizarro de la semana

Los comerciales japoneses de Arnold Schwarzenegger, mi hamster que usa su rueda de despensa, la ancianita que recorre los pasillos de la Corte con energía quinceañera y extrañar a una persona que aún no conozco.

del amor y cosas que se le parecen

Hace algunos días un gran amigo me dio su concepto del amor -es mirarse a los ojos y comprenderse, entrar el uno en el otro sin decir nada. Entenderse de la manera más amplia al convertirse el uno en el otro por un instante- dijo.

Por eso el amor verdadero no puede ser unilateral. Es requisito de su esencia el que dos personas se conecten, se perciban.

Y me sigo preguntando por qué alguna gente se "enamora" (falsamente, de acuerdo al concepto) de personas que no conocen ni los conocen a ellos. Algo físico. Algo ignorante y pobre. Un "amor" desprovisto de aquello que es su requisito fundamental. El conocerse, comprenderse, saber cuales son sus circunstancias, entender de qué están hechos.

Lo mejor (y lo peor) es que el amor (de verdad) es irreversible.

ERRABUNDEO: Aunque todo amor sea vivido como único y aunque el sujeto rechace la idea de repetirlo más tarde en otra parte, sorprende a veces en él una suerte de difusión del deseo amoroso.
Comprende entonces que está condenado a errar hasta la muerte de amor en amor
[Roland Barthes]

Invisible, intangible, inexistente.

"Y es más que posible, Alicia, que yo no tenga alma...": frase de "La Amortajada" de María Luisa Bombal, que, hace 14 años tenía otro significado. Porque ahora soy yo quien no tiene alma.

Dejé de creer en él... si, en él (con minúscula). En ese Dios que se supone estaba siempre conmigo... Todo es muy confuso ahora, por años basé todo mi quehacer en su omnipresente existencia. Durante toda mi vida recé pidiendo para mi, para los demás, para el mismísimo planeta! También recé agradeciendo, sin pedir nada. En otras ocasiones recé para conversar con alguien.
Cuantas veces obtuve una respuesta? pero me refiero a una verdadera respuesta, certera. Nada de extrañas señales ni otra serie de símbolos que interpretados de quién sabe qué forma dan lugar a respuestas divinas acerca de lo que se ignora. Yo me refiero a una respuesta real, tangible, clara, que se baste a si misma para ser comprendida (cual título ejecutivo). Por qué no hay ese tipo de respuestas? si Dios es Dios, por qué no responde a sus "hijos"?? si nos ama a todos por igual, por qué nos deja solos en este mundo? Entiendo todo de una manera diferente ahora: Así como un náufrago abrumado por la soledad de una isla desierta es capaz de personificar un coco para no enloquecer, el ser humano de la misma forma, agobiado por las grandes preguntas sin respuesta (a qué vine al mundo, cual es mi propósito, estamos solos?) y el inmenso escudo que nos separa incluso de nuestros seres más queridos, ha diseñado un sistema para acumular todas esas interrogantes y a ese mecanismo de control del pánico individual y colectivo le ha llamado Dios, Yahvéh, Jeová, Alá, Brahma o lo que sea... otorgando a las preguntas sin respuesta lógica el carácter de "misterios divinos", atribuyendo el vicio de la arrogancia a todo aquel que ose cuestionar el sistema de creencias que despliega cada una de las religiones.

Pero acaso ese Dios, se ha comunicado por sí con otro que no sea el profeta de turno? A mi, por lo menos, nunca me ha dicho nada. "Nos quiere a todos por igual" pero solamente habla con unos pocos elegidos (quienes rara vez dejaron escrito el famoso "mensaje"). Patrañas. No existe.

La fe se basa en no tener que ver para creer. Yo estaba conforme con la idea. Fui entrenada para creer en ciertas cosas sin preguntarme por sus fundamentos. Fe ciega. Si tu fueras Dios, querrias que te tuvieran ese tipo de fe? Pongámoslo así: quisieras estar casado con una persona que te desplegara una obediencia ciega sin jamás anhelar tocarte, oirte, conocerte, MIRARTE A LOS OJOS? Ahora agrega el siguiente componente: si esa persona no te obedece, cree que sufrirá muchísimo (dícese infierno, mal karma, mala reencarnación, etc). Crees que te ama de verdad? si tu fueras Dios, querrias eso?

No, hasta que no se me presente y me de una buena cachetada por ser tan incrédula, no creo más en él. Hasta el momento, las reglas de la lógica y las máximas de la experiencia me gritan que no existe tal entidad y yo prefiero reconocer que hay preguntas para las que no tengo la respuesta, después de todo soy un protozoo de un organismo mucho más grande que yo y cuya extensión no tiene fines. No voy a traspasar mi infinita ignorancia a un ser mítico, ni me voy a poner supersticiosa. Si algo no lo sé, buscaré la respuesta lógica y si no tengo una, omito.

***

El motor

Me impulso sola. Eso es lo bueno de mi, puedo impulsarme sola en la vida. Hay ene gente que no puede hacer eso.
Lo he visto. Se dejan caer, se quedan en el piso y esperan que alguien les tienda una mano.

Yo no espero que me tiendan la mano, me levanto sola. Si veo una mano extendida, la tomo, pero no para cargarme en ella, sino para retribuir el gesto.

Hago cosas. ¿Me siento mal? busco algo qué hacer. Hago algún cambio en mi pieza, me corto el pelo, tomo clases de algo, trabajo con más energía, lloro un poco y luego me río de mi misma.
Eso es lo que se hace. Cosas. No gente, cosas.
La gente se va. Las cosas también pero duele menos la pérdida de cosas. Y se pueden usar sin que se sientan usadas.

Hago cosas sola. Esa soy yo. Lloro y me seco la cara. Luego río y vivo.... y vivo por mi, YO soy mi motor, si algo sale mal YO sigo adelante porque me quiero demasiado como para dejarme a merced de la piedad ajena.
Es reconfortante... la otra vez mientras pedaleaba a toda velocidad pensaba en eso... en medio de la clase de spinning.
Hace bien.

el desorden de las cosas

Todo fluye como debe. Se cierra una puerta, se abre un ventanal... La estructura (o eso de que todo tiene que tener un principio, un desarrollo y un final) es un mito. Una forma de clasificar los eventos para que no nos de miedo perdernos en la complejidad de la existencia.

Lo cierto es que no existen los finales rígidos. La vida es como las nubes en el cielo, o las olas en el mar: una no termina de desarmarse cuando la siguiente empieza a tomar forma, y ese solo evento se multiplica por millares que acontecen paralela y sucesivamente en toda la esfera. Todo fluye como debe.

Así también mi propia existencia. No hay días buenos o días malos. Hay días (como hoy) en que hay de todo. Lo bueno lo vivo intensamente, lo revivo, lo agradezco (a propósito, gracias amigo mío, me has aclarado bastante la película); lo malo, lo edito. Como este largo post, que quedó corto, con el fin de hacerlo inteligible para el pobre y confundido lector que sufre, inocentemente, mis propios vaivenes emocionales.

Insisto, vale la pena sentir más que pensar.