congelada


Silencio.
Esperé tanto para poder hablar y ahora que era la oportunidad, no me salió la voz. A mí, a quien palabras salen volando como pájaros desde la garganta, me congelé como una estatua cuando era necesario hablar y decir tantas cosas que tenía en mi cabeza revoloteando incansables, girando en círculos, ansiosas de ver la luz del sol.
No pude.

Silencio.
Mientras callaba, pensaba en todas esas preguntas que tenía, tantas cosas que me provocaban tremenda curiosidad... y no recordé nada! Mi exámenes más sufridos fueron más elocuentes que el episodio de congelamiento que me sobrevino.
Y cuando hablé no dije nada.

Nunca me había pasado.

1 comentarios:

Sakura dijo...

Querida mía: quizás no era esa la oportunidad de hablar, sino de escuchar para reconocer si aquello que oías era realmente lo que esperabas... podría también haber sido aquel el momento de dejar al silencio hablar por ti... o mejor aún, el instante de las miradas profundas, que muchas veces dicen más que mil palabras... todo es bueno, princesita... todo es bueno.