una tarde sin llaves...



El mar, hipnotizante en su eterno vaivén, me mantiene en calma (la que había perdido momentos atrás)
El lápiz me salva del aburrimiento. Sin poder entrar en mi casa por falta de llaves, no he resuelto nada mejor que venir a caminar por la playa.
Al llegar a Reñaca la niebla era densa, casi como de cuentos; me fui entonces a rezar a Dios y saludar a mi madre a la parroquia, lugar en que me siento muy a gusto no tanto por la religión sino más bien por el silencio... 20 minutos después el cielo había abierto y el sol espléndido se asoma ahora tras una bruma ya muy lejana. Sentada en una banca escribo lo que pasa: en la arena, un pescador con mala suerte, ya frustrado, jala cada vez con menos fuerza de su cordel. Un poco más lejos, frente al sol, dos niñas juegan a encender velas en la arena, las cuales están dispuestas en círculo, como en algún ritual de santería. A lo lejos yace un canasto con pelotas de plástico y baldes de colores, casi abandonado en medio de la playa por su dueño. Atrás, los autos que pasan. Arriba, el cielo celeste adornado por tenues pinceladas de neblina. Abajo los adoquines de cemento de la avenida... adentro, un corazón inquieto que se divide en 3 partes: Una que sufre por la pérdida reciente de mi madre y gran amiga: otra que ríe por las buenas noticias que recibí más temprano... y una tercera que se pregunta por el futuro...
5:30 de la tarde y el frío me hace volver en mí. Me marcho a buscar un mejor lugar para estar, donde pueda pensar menos...

1 comentarios:

Unknown dijo...

Lo expresas de una manera tan poética, y es tan fuerte lo que dices, que en algún momento creí estar observandote de lejos... en todo tu trayecto...

=)