Carta a Bush de Gabriel García Márquez
revisaba mi mail y me encontré con este del año 2003...
"¿Cómo se siente? ¿Cómo se siente ver que el horror estalla en tu
patio y no en el living del vecino? ¿Cómo se siente el miedo apretando
tu
pecho, el pánico que provocan el ruido ensordecedor, las llamas sin
control, los edificios que se derrumban, ese terrible olor que se mete
hasta el fondo en los pulmones, los ojos de los inocentes que caminan
cubiertos de sangre y polvo?
¿Cómo se vive por un día en tu propia casa la incertidumbre de lo
que va a pasar? ¿Cómo se sale del estado de shock? En estado de shock
caminaban el 6 de agosto de 1945 los sobrevivientes de Hiroshima. Nada
quedaba en pie en la ciudad luego que el artillero norteamericano del
Enola Gay dejara caer la bomba. En pocos segundos habían muerto 80.000
hombres mujeres y niños. Otros 250.000 morirían en los años siguientes
a causa de las radiaciones. Pero ésa era una guerra lejana y ni siquiera
existía la televisión.
¿Cómo se siente hoy el horror cuando las terribles imágenes de la
televisión te dicen que lo ocurrido el fatídico 11 de septiembre no
pasó en una tierra lejana sino en tu propia patria? Otro 11 de
setiembre,
pero de 28 años atrás, había muerto un presidente de nombre Salvador
Allende resistiendo un golpe de Estado que tus gobernantes habían
planeado. También fueron tiempos de horror, pero eso pasaba muy lejos
de tu frontera, en una ignota republiqueta sudamericana. Las
republiquetas estaban en tu patio trasero y nunca te preocupaste mucho
cuando tus marines salían a sangre y fuego a imponer sus puntos de
vista.
¿Sabías que entre 1824 y 1994 tu país llevó a cabo 73 invasiones a
países de América Latina? Las víctimas fueron Puerto Rico, México,
Nicaragua, Panamá, Haití, Colombia, Cuba, Honduras, República
Dominicana, Islas Vírgenes, El Salvador, Guatemala y Granada.
Hace casi un siglo que tus gobernantes están en guerra. Desde el
comienzo del siglo XX, casi no hubo una guerra en el mundo en que la
gente de tu Pentágono no hubiera participado. Claro, las bombas
siempre explotaron fuera de tu territorio, con excepción de Pearl Harbor
cuando la aviación japonesa bombardeó la Séptima Flota en 1941. Pero
siempre el horror estuvo lejos.
Cuando las Torres Gemelas se vinieron abajo en medio del polvo,
cuando viste las imágenes por televisión o escuchaste los gritos porque
estabas esa mañana en Manhattan, ¿pensaste por un segundo en lo que
sintieron los campesinos de Vietnam durante muchos años? En Manhattan,
la
gente
caía desde las alturas de los rascacielos como trágicas marionetas. En
Vietnam, la gente daba alaridos porque el napalm seguía quemando la
carne por mucho tiempo y la muerte era espantosa, tanto como las de
quienes caían en un salto desesperado al vacío.
Tu aviación no dejó una fábrica en pie ni un puente sin destruir en
Yugoslavia. En Irak fueron 500.000 los muertos. Medio millón de almas
se llevó la Operación Tormenta del Desierto...¿Cuánta gente desangrada
en
lugares tan exóticos y lejanos como Vietnam, Irak, Irán, Afganistán,
Libia, Angola, Somalia, Congo, Nicaragua, Dominicana, Camboya,
Yugoslavia, Sudán, y una lista interminable? En todos esos lugares los
proyectiles habían sido fabricados en factorías de tu país, y eran
apuntados por tus muchachos, por gente pagada por tu Departamento de
Estado, y sólo para que tu pudieras seguir gozando de la forma de vida
americana.
Hace casi un siglo que tu país está en guerra con todo el mundo.
Curiosamente, tus gobernantes lanzan los jinetes del Apocalipsis en
nombre de la libertad y de la democracia. Pero debes saber que para
muchos pueblos del mundo (en este planeta donde cada día mueren 24.000
pobladores por hambre o enfermedades curables), Estados Unidos no
representa la libertad, sino un enemigo lejano y terrible que sólo
siembra guerra, hambre, miedo y destrucción. Siempre han sido
conflictos bélicos lejanos para ti, pero para quienes viven allá es una
dolorosa realidad cercana, una guerra donde los edificios se desploman
bajo
las
bombas y donde esa gente encuentra una muerte horrible. Y las víctimas
han sido, en el 90 por ciento, civiles, mujeres, ancianos, niños
efectos colaterales.
¿Qué se siente cuando el horror golpea a tu puerta aunque sea por un
sólo día? ¿Qué se piensa cuando las víctimas en Nueva York son
secretarias, operadores de bolsa o empleados de limpieza que pagaban
puntualmente sus impuestos y nunca mataron una mosca?
¿Cómo se siente el miedo? ¿Cómo se siente, yanqui, saber que la
larga guerra finalmente el 11 de septiembre llegó a tu casa? "
Gabriel García Márquez
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