¿igualdad?

¿Igualdad? (pongo el título abajo porque esta plantilla no los muestra...)
Después de siglos de lucha las mujeres de algunos países han conseguido que se reconozca su igualdad con el género masculino. Sin embargo e incluso en los países más desarrollados quedan muchos lugares en los que la igualdad teórica no se traduce en una igualdad real. El trabajo es uno de ellos y de los más irreductibles: sueldos más bajos, imposibilidad de acceder a cargos directivos, acoso, precariedad… ¿Cómo afrontar estas situaciones?

Ha sido el objetivo de la mujer durante siglos: acceder al mercado del trabajo… remunerado. Ahora hay en el mundo 1.200 millones de mujeres asalariadas, pero, ¿en qué condiciones? Con unos sueldos un 20% más bajos que los de los hombres y con unas posibilidades mucho menores de acceder a puestos directivos. Marta, licenciada de 33 años, trabaja como comercial: “nunca hablamos de nuestros sueldos en la oficina pero alguna vez he podido echar un vistazo a las nóminas de mis compañeros y me he quedado helada. Su sueldo e incluso el porcentaje de sus comisiones es más alto que el mío cuando yo tengo el mismo puesto, con mayor experiencia y mejores resultados”. Cuando pidió explicaciones a su jefe éste le dijo que sus compañeros masculinos tenían “mayor capacidad de trabajo”. Más que cifras Más allá de unas cifras que hablan elocuentemente, existen otros problemas para la mujer en el mundo laboral. Una queja extendida entre las trabajadoras jóvenes es el trato paternalista recibido por parte de sus superiores masculinos. “Mi jefe nunca me llamaba por mi nombre. Utilizaba expresiones como nena, chica, bonita…” cuenta Ana, abogada de 27 años. Un trato degradante que Ana explica porque “muchos hombres trasladan al ámbito laboral la forma en que tratan a las mujeres en el ámbito familiar. No se lo plantean”. Eso sin hablar del acoso.


En los países desarrollados la preparación académica de las mujeres supera a la de los hombres. Sin embargo, esa superioridad no se refleja en los cargos directivos. Por encima de ellas se sitúa el llamado “techo de cristal”, un límite invisible que imposibilita el ascenso. “Nadie te dice explícitamente que no puedas ascender por ser mujer, existen miles de excusas, pero una conoce la verdadera causa”, cuenta Yolanda, que ejerce un cargo directivo en una multinacional, “en mi anterior trabajo veía como mis compañeros desarrollaban su carrera mientras a mi me dejaban ahí, estancada. La única solución fue cambiar de trabajo, tuve suerte”

fuente: http://astrocentro.latino.msn.com/msnlt/RegularArticle.aspx?ToBeCached=false&laDate=20050618&Af=-7300

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